‌A la edad de 18 años, habíamos perdido todo rastro de una niña pequeña colocada en un hogar de acogida. Durante una visita habitual a Lisieux, fuimos al santuario de Thérèse y luego al de Louis y Celia y expresamos nuestro deseo de volver a verla. Saliendo de la cripta y apenas en la explanada suena nuestro teléfono. Un yerno nos llama y nos dice que ha encontrado los datos de contacto de Delphine. Al día siguiente intentamos llamarla sin conocer sus reacciones. Nos contesta con mucha alegría y explica los motivos de su obligado silencio. Nuestra relación ahora es feliz y regular. Cómo no creer en la intervención que calificamos de inexplicable si no milagrosa de Teresa y sus santos padres.     

Jean-Claude F.