Domingo 25 Mayo 2025

6º Domingo de Pascua – Año C

Homilía del Padre Emmanuel Schwab

1era Lectura: Hechos 15,1-2.22-29

Psaume : 66 (67),2-3,5,7-8

2º lectura: Apocalipsis 21,10-14.22-23

Evangelio: Juan 14,23-29

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“La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.”

Esta ciudad, que es la Jerusalén celestial que baja del cielo, de Dios, es una de las figuras de la Iglesia. La verdadera luz que está en la Iglesia, Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu, es el Cordero, es Cristo Jesús. Él mismo lo dice en el Evangelio de San Juan: “Yo soy la luz del mundo » (Jn 8,12). Pero el Señor comparte esta luz con nosotros ya que en el Evangelio de San Mateo, es a sus discípulos a quienes les dice: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,14:XNUMX).

En la medida en que Jesús se hace interior en nosotros, en la medida en que vivimos con Jesús, Él se hace nuestra luz y con Él nosotros nos hacemos luz. Si vivimos el Evangelio, iluminamos el mundo por medio de Jesús, con él y en él.

Quisiera detenerme en dos puntos de este Evangelio y dejar que Santa Teresita del Niño Jesús nos ilumine, nos ayude a comprender mejor cómo dejarnos recordar por el Espíritu Santo todo lo que el Señor nos ha dicho y cómo acoger esta paz que dona Jesús.

Teresa no habla del Espíritu Santo –o muy poco–, lo menciona, es católica, cree en la Santísima Trinidad, ¡no hay problema! —pero habla poco del Espíritu. Ella habla mucho de Jesús, y en muchas ocasiones, a través de sus Manuscritos o a través de sus cartas, percibimos cómo el Espíritu que el Padre envía en nombre de Jesús enseña, cómo nos hace recordar todo lo que dijo Jesús.

He seleccionado algunos pasajes, pero hay muchos más. Cito tres pasajes de los Manuscritos, principalmente del manuscrito C.

Quiero tener siempre pensamientos de caridad – Teresa habla de las dificultades de relaciones que pueden existir entre hermanas en un Carmelo – porque Jesús dijo: No juzguéis y no seréis juzgados. (Sra. C 13v)

Esta palabra de Jesús se hace eficaz en el momento en que Teresa es tentada a juzgar a esta o aquella hermana. El Espíritu Santo hace que esta palabra se haga viva en el corazón de Teresa.

Más lejos :

Ciertamente, en el Carmelo no se encuentran enemigos, pero en definitiva hay simpatías, uno se siente atraído hacia una hermana así mientras que otro querría hacer un gran rodeo para evitar encontrarla - tentaciones muy concretas - así sin saberlo, esta hermana se convierte en objeto de persecución. Bien ! Jesús me dice que hay que amar a esta hermana – Esta es una palabra actual: Jesús me dice hoy que esta hermana debe ser amada. Esto es lo que el Espíritu Santo hace en nuestros corazones: que debemos orar por ella, incluso si su conducta me hace creer que no me ama: «Si amáis a quienes os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a quienes los aman». San Lucas, VI (Ms C 15v)

Y más hacia el final del Manuscrito:

Sin embargo, no quería perder tan bella oportunidad de ejercitar la caridad, recordando que Jesús había dicho: Todo lo que hicieran con uno de estos hermanos míos más pequeños, conmigo lo harían. (Ms C 29r)

Pero entonces entendemos que para que el Espíritu Santo pueda buscar en nuestra memoria tal o cual palabra del Señor para hacerla actual aquí y ahora –estoy experimentando algo y mi memoria me recuerda tal palabra de Jesús–, eso es obra del Espíritu Santo: Él te recordará todo lo que te he dicho. —Para que el Espíritu Santo pueda hacer esto, es necesario que esté, en mi memoria, el Evangelio. De ahí la necesidad de leerlo y releerlo hasta saberlo de memoria, porque si no hay nada en mi memoria, el Espíritu Santo podrá buscar algo, pero no encontrará allí nada... Y no podrá hacer viva y actual la palabra del Señor. Si el organista sólo tuviera un tubo en su órgano, sólo podría tocar esta nota. Para que pueda encontrar los diferentes sonidos y los diferentes juegos, debe haber muchas tuberías.

Teresa tiene otra fórmula que también nos habla de la obra del Espíritu. Es más sutil y nos decimos: ¿pero cómo funciona eso? En una carta a Marie Guérin, le dijo:

No has hecho ni sombra de mal, yo sé tan bien lo que son esta clase de tentaciones que te lo puedo asegurar sin temor, es más Jesús me dice en lo más profundo de mi corazón Debemos despreciar todas estas tentaciones, no hacerles caso. (LT 92 a Marie Guérin – 30 de mayo de 1889)

Algo un poco diferente, pero es fruto de la experiencia espiritual que Teresa ha acumulado... Allí, en una situación como ésta, comprendí algo de cómo funciona la vida espiritual: Jesús me hizo sentir que...

Y si vuelvo al Manuscrito C, cuando va a explicar o intentar explicar esta oscuridad en la que entra en la Pascua de 1896, Teresa dice:

En los días alegres de Pascua, Jesús me hizo sentir que verdaderamente hay almas que no tienen fe. (Sra. C 5v)

Así viene a nosotros el Espíritu Santo recuerda todo lo que dijo Jesús y viene a hacernos interpretar los acontecimientos que vivimos. Para que esto suceda es necesario que Jesús esté sumamente presente en nuestra vida y que las Sagradas Escrituras estén presentes en nuestra memoria. Y no entrarán en nuestra memoria sin que nosotros voluntariamente las pongamos allí...

El segundo punto es el de la paz. " La paz os dejo, mi paz os doy, dijo Jesús. No os lo doy a la manera del mundo. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo. »

A lo largo de su vida, Teresa logró adquirir y acoger esta paz que dona Jesús. E incluso en los momentos de gran sufrimiento, en los momentos de oscuridad, Teresa siempre decía: pero la paz está allí, en lo profundo del corazón.

En agosto de 1897, es decir, poco antes de su muerte, dos meses antes de morir, Madre Inés le dijo:

¿Cómo conseguisteis llegar a esta paz inalterable que os corresponde?

La respuesta de Teresa:

Me olvidé de mí mismo y traté de no buscarme en nada. (Libro Amarillo 3 de agosto de 1)

Unos días después, Teresa dijo:

No puedo basarme en nada, en ninguna de mis obras, para tener confianza. […] Se siente una paz tan grande en ser absolutamente pobre, en contar sólo con el buen Dios. (Libro Amarillo 6 de agosto, 4)

Algunos meses antes, Teresa había confiado a Madre Inés las dolorosas humillaciones que le habían infligido las hermanas del Carmelo. Teresa le dijo:

El buen Dios me da pues todos los medios para permanecer muy pequeño; pero eso es lo que se necesita: siempre estoy feliz; Consigo, incluso en medio de la tormenta, mantenerme en paz interior. Si escucho sobre peleas entre las hermanas, trato de no enojarme con ésta o aquella. Por ejemplo, mientras escucho, debo poder mirar por la ventana y disfrutar interiormente la vista del cielo, los árboles... ¿Entiendes? Justo ahora, durante mi lucha por la Hna. X., observaba con placer las hermosas urracas retozando en el prado, y estaba tan en paz como durante la oración… Luché bien con… ¡Estoy muy cansada! Pero no le temo a la guerra. Es la voluntad de Dios que luche hasta la muerte. Oh ! ¡Madre mía, ruega por mí!

Esta paz que Cristo nos da requiere trabajo de nuestra parte para acogerla. Sabemos bien con qué facilidad puede turbarse nuestro pobre, pecador e inquieto corazón humano, con qué facilidad podemos dejar que pensamientos obsesivos nos carcoman por dentro.

¿Qué está haciendo Thérèse? Ella va a buscar algo más. Ella busca escapar de lo que podría devorarla por dentro volviendo sus ojos hacia el Señor, volviendo sus ojos hacia el Cielo y usando cualquier cosa que pueda ver que realmente pueda distraerla. Y ella incluso lo llama una pelea, una pelea agotadora.

Finalmente, lo último que no es tan fácil de entender en Teresa es la coexistencia entre el sufrimiento y la paz. En una carta durante el noviciado que escribió a su hermana Céline, le dijo:

Suframos en paz…

Reconozco que esta palabra, paz, me pareció un poco fuerte, pero el otro día, reflexionando sobre ella, descubrí el secreto del sufrimiento en paz... Quien dice paz no dice alegría, o al menos la sintió... Para sufrir en paz, basta con querer todo lo que Jesús quiere... (LT 87 a Céline – 4 de abril de 1889)

La paz que descubrió Santa Teresita es esta unión con Jesús.

Y para Teresa -y sé bien que esto nos choca en nuestra mentalidad del siglo XXI-, en el fondo, en todo lo que vivimos, encontramos lo que Jesús quiere para nosotros; y que a través de todo lo que vivimos, incluso las pruebas, el Señor trabaja para hacernos crecer en santidad y, por tanto, para hacernos crecer en humanidad.

Aquí es donde la confianza en Jesús importa tanto. Quizás sepáis que las dos últimas palabras del último manuscrito de Teresita, el Manuscrito C, son precisamente: Confianza y amor.

Es a través de la confianza total y del abandono total en Jesús, amándolo más que a todo, que sabremos acoger la paz que Él nos dona.

Amén

Padre Emmanuel Schwab, rector del Santuario