Publicado el 28 de octubre de 2024
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Por tanto, a pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad.
Santa Teresa – Sra. C, 2v
Conviértete en un santo
Uno de los primeros ecos escritos del deseo de Teresa de ser santa se encuentra en su retiro de primera comunión (tenía 11 años): “Me estoy preparando bien, espero ir al cielo”. Justo antes de entrar en el Carmelo, en una carta a sor Agnès: “Quiero ser santa…” (LT 45).
Unos meses más tarde, en una carta a su padre: “Intentaré darte gloria convirtiéndote en un gran santo. » (LT 52) Por esto Teresa se comprometerá en cuerpo y alma. “Cuando se me apareció la perfección, comprendí que para llegar a ser santo había que sufrir mucho, buscar siempre lo más perfecto y olvidarse de uno mismo; Entendí que había muchos grados de perfección y que cada alma era libre de responder a los avances de Nuestro Señor, de hacer poco o mucho por Él […]. Grité: “Dios mío […] no quiero ser medio santo, no me asusta sufrir por ti, sólo temo una cosa y es cumplir mi voluntad, tómala, porque “yo elige todo lo que quieras!...” (Sra. A 10).
Pero luego escribió: “Sabes, Madre mía, siempre he querido ser santa. […] El Buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso a pesar de mi pequeñez puedo aspirar a la santidad […] Soy demasiado pequeño para subir la áspera escalera de la perfección. Así que busqué en los santos borrachos direcciones para llegar al ascensor. […] El ascensor que debe elevarme al Cielo son tus brazos, ¡oh Jesús! Para ello no necesito crecer, al contrario debo seguir siendo pequeño, para llegar a serlo cada vez más. » (Sra. C 2v-3r)
Padre Emmanuel Schwab, Rector del Santuario